Fórmulas de colaboración público-privada, soluciones de financiación de la innovación de riesgo compartido y la necesidad de explorar los caminos que abren los avances de la medicina de precisión han sido los tres pilares de discusión y debate de la jornada Innovación biomédica: una revolución en marcha, organizada por Farmaindustria el pasado 19 de junio en Madrid.
Juan López-Belmonte, CEO de Rovi y presidente de la Comisión de I+D de la CEOE, se encargó de moderar la mesa dedicada a El valor de la colaboración público-privada, en el que distintos representantes de empresas farmacéuticas, de consorcios privados y de la patronal europea de la industria farmacéutica Efpia han destacado las ventajas de estas soluciones. Antonio Gómez, senior scientific de Janssen Cilag, uno de los laboratorios que colabora en Project I2D2 junto a la Fundación Kaertor, señaló la necesidad de evolucionar hacia un nuevo modelo de innovación abierta y colaborativa en España. “El nivel de investigación biomédica en España es muy bueno, el décimo del mundo, pero no se traduce en productos que finalmente salen al mercado”, explicó. Esta brecha se debe a que el entorno académico, que alimenta este tipo de investigaciones, centra sus objetivos en la publicación de resultados que, a ojos de la industria farmacéutica, pueden ser interesantes, pero carecen de suficientes evidencias como para estimular la decisión final de invertir y trasladar esa investigación al ámbito clínico.
No hay que olvidar que, como explicó al inicio de la jornada Jesús Acebillo, presidente de Farmaindustria, el esfuerzo para desarrollar un nuevo medicamento se traduce “entre 10 y 12 años de investigación, afrontando un coste superior a los 2.400 millones de euros” y, además, “sometido a un escenario de gran riesgo, ya que sólo uno de cada 10.000 compuestos en investigación llega a comercializarse como un nuevo medicamento, y sólo tres de cada diez son capaces de recuperar lo invertido en su desarrollo.
Es en este punto donde empiezan a aparecer consorcios impulsores de la innovación abierta que pretenden fomentar ese salto de ciencia básica a ciencia aplicada. Un ejemplo de ello es la plataforma europea Innovative Medicines Initiative (IMI), que ya cuenta con una década de experiencia en tender puentes entre lo público y lo privado. Para Magda Chiebus, directora ejecutiva de Science Policy & Regulatory Affairs, de la Efpia, esta plataforma “ha servido para generar confianza entre los stakeholders, que comprenden la importancia de compartir información, y se crean las condiciones óptimas para acelerar el desarrollo y la investigación de productos”.
Medicina de precisión
Mantener este modelo de I+D resulta clave para afrontar los retos que comporta la medicina de precisión. De hecho, Irene Braña, especialista en Oncología de la Unidad de Investigación en Terapia Molecular del Cáncer del Hospital Universitario Vall d’Hebrón, ve imprescindible alimentar la colaboración entre el mundo académico y la industria “que permita identificar a los pacientes, que se dividen en poblaciones cada vez más pequeñas, con necesidades específicas y diferentes”.
Aunque estos modelos de innovación abierta también exigen que reguladores y financiadores adopten “fórmulas inteligentes y flexibles de financiación”, apuntó Acebillo. “resulta evidente que la incorporación de la innovación, cuando responde a criterios de eficiencia, no es un gasto, sino una inversión, y que, más allá de los resultados clínicos (al controlar o curar una enfermedad), proporciona ahorros sanitarios directos, así como ahorros indirectos, contribuyendo por tanto a la productividad general del país. En resumen, la innovación será la solución para asegurar la sostenibilidad del sistema, y no el problema, como algunos piensan”, aseguró el presidente de Farmaindustria.
En la jornada se presentó, además, un vídeo sobre los medicamentos innovadores, que puedes ver a continuación.

