Eran las 9.30 de la mañana del último domingo de julio y el entorno de la escuela Asturiana de Piragüismo (Arriondas, Asturias) era un hervidero. Personal de protección civil, participantes y voluntarios sumaban varios cientos de personas que entre risas, selfies y consejos de última hora combatían los nervios previos a la lanzada al río con el que comienza el Descenso del Sella Adaptado.
Esta prueba, que organizan la Federación de Deportes para Personas con Discapacidad Física del Principado de Asturias (FEDEMA) y el Real Patronato sobre Discapacidad, cumplió sus “bodas de plata” demostrando que no hay discapacidad ni barrera física que valga cuando hay voluntad de superarse. Un año más, y ya es el tercero, un grupo de voluntarios de Rovi participó en la prueba acompañando a jóvenes de la Fundación También llegados de varios puntos de España, para competir en la maraña de 112 piraguas que se tiraron aguas abajo hasta Llovio hasta completar un recorrido de algo más de 15 kilómetros, en el que no faltaron ni el ‘culín’ de sidra para recuperar fuerzas ni el son de la gaita.

Para muchos de los voluntarios de Rovi suponía su estreno en las actividades de voluntariado corporativo. José Manuel Torralbo, de la planta de Alcalá, tiene claro que “es una experiencia que todo el mundo debería de probar y pasar un rato con una persona con capacidades diferentes, a la que tratas con mucha dulzura porque es como ellos se relacionan y con los que te ríes mucho. Es una sensación genial y muy gratificante”. Coincide Sara Iglesias, de Desarrollo Analítico en Alcalá, que también se lleva un buen sabor de boca de la experiencia: “El fin de semana se ha hecho muy corto; me vuelvo con una sensación de alegría por haber hecho el Descenso que es una prueba dura, pero por la exigencia del río, no por hacerlo acompañando a alguien con discapacidad. Y además está la oportunidad de haber conocido a otros compañeros de la empresa de otros departamentos con los que puedes intercambiar opiniones, experiencias. Ha estado muy bien”.

Para Carla Teresa Cervera, de Ingenería de Procesos de Alcalá, este voluntariado más inmersivo “aporta un punto más” a lo que había hecho hasta la fecha. “Aquí te integras más.
Primero, al estar con la gente de la Fundación También durante todo el fin de semana te das cuenta mejor de sus necesidades en el día a día y segundo, el Descenso te obliga a compenetrarte con tu compañero de piragua», explica.


